Procrastinar es parte de la vida, pero ¿qué pasa cuando todo se vuelve una infinita lista de cosas, charlas, llamadas, tareas, viajes, en fin, de «la vida» misma?
Esto es lo que pasa
Sucede que la procrastinación ha tomado nuestros días por las astas. Entonces, nos queda analizar cuáles son nuestros con/textos para llevar a cabo esa actividad tan en boga, procrastinar; por qué nos enfrentamos a este endemoniado camino que nos empuja a no llevar a cabo eso que necesitamos que sea, que se realice, que pase de la idea a lo “real”, a lo concreto.
No dejes para mañana…
Damos vueltas hasta llegar al colmo: tener una rutina para que el procrastinar no deje de estar en nuestras vidas. Empezamos, eso sí. Leemos uno, dos o tres libros a la vez, escribimos un texto con categoría de borrador, cocinamos lo que nos gusta y, al final, comemos lo que hay en el refrigerador, planeamos miles de inscripciones a cursos posibles, ponemos el despertador lo más temprano que se pueda para aprovechar el día sin lograrlo, actualizamos cientos de veces las redes sociales, nos proponemos que mañana sí lo haremos, que ya es hora de dejar nuestras cosas para dentro de un rato.
Le echamos mucho la culpa a las redes sociales como desembocadura fácil, común y hasta placentera de nuestra procrastinación. Sin embargo, ¿de verdad creemos que perder el tiempo aparece con la era de Internet? Desde mi punto de vista, no.
La cuestión es un poquito más compleja
Empezar, continuar y terminar algo da miedo. Así es. En estos casos, la distracción es nuestra primera aliada. Distracción que es evasión, que no nos deja arrebatar el pánico producido por ciertos desafíos que pareciera que nos llevasen al abismo de la incapacidad.
¿Qué hacer?
Respirar hondo, concentrarse y enfrentar los miedos que nos provocan a no hacer lo que tenemos que hacer o que simplemente amamos hacer. A veces, da más miedo que todo salga bien a que no salga. Sí, en repetidas ocasiones huimos de la felicidad o de sentirnos bien.
Una pizca de procrastinación
Finalmente, se trata de hábitos que hay que cambiar y que, muy de a poquito, nos ayudan a ponernos en acción. De todas maneras, una pizca de procrastinación no le hace mal a nadie, mientras sea sólo eso. Y con viento en popa y marea alta hasta nos ayudan a crear. Lo digo por experiencia…
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