Para quienes se lancen a creer que Love Life (2020-) será una cadena de episodios más de su vida en streaming, se confunden ampliamente. We Love Life.
We Love Life
Se tratra de una serie de antología por la que poca audiencia hubiese apostado. ¿La razón? Pareciera tratarse de un refrito del refrito, hasta del propio HBO, si pensamos por ejemplo en la imbatible Sex and the City (1998-2004). Pero no. Love Life es una emisión con enorme calidad tanto de fondo como de forma. Vayamos a ello.
Primera temporada
Para comenzar, resulta que la primera temporada de (we) Love Life está protagonizada, nada menos, que por Anna Kendrick. Sí, una actriz recordada por sus memorables actuaciones, no precisamente en la saga Twilight (2008). Más bien, nos acordamos de ella por haber sido nominada a los Óscar en la formidable Up in the Air (2009). Entonces, ¿qué puede ofrecer Anna Kendrick en la primera producción original de HBO Max? Pues, mucho.
Darby Carter
Los capítulos de la vida sentimental de Darby Carter se enfocan desde su adolescencia (flashback, con una brillante joven actriz en el papel de la protagonista, Courtney Grosbeck) hasta su última relación en el brillante capítulo conclusivo, “The Person”. Kendrick, en el papel de Darby, se aguanta 10 episodios buscando el amor de su vida, donde, por supuesto, le pasa de todo. Tal vez, uno de los capítulos más memorable es cuando se encuentra con un amor de la adolescencia que pretende recuperar el daño que le ha hecho a Darby, décadas atrás. O, también, quizás, el episodio en el que su amiga, la conflictiva Sarah (una brillante Zoë Chao), tiene una increíble crisis y Darby debe tomar una difícil decisión.
Como cualquier persona en el mundo, Darby especula todo el tiempo con que, finalmente, ha sucedido, ha encontrado a «the one». Lo hace esperanzada, cuando cree haberse topado con él. O lo intenta, decepcionada, cuando descubre que no es así. No obstante, resiste a una complicada relación con su madre, conviviendo con sus amigas, sufriendo como loca, equivocándose una y otra vez, en definitiva, aprendiendo cómo dar con la persona correcta. Hasta que al final lo logra…
Segunda temporada
Sigamos. En la segunda temporada, la historia ya no ronda alrededor de Darby (aunque la joven aparecerá esporádicamente, relacionada a los personajes centrales), sino que el protagonismo cambia a un hombre. He aquí una de las inteligentes jugadas de su joven creador Sam Boyd. Sí, porque pone a brillar un divinísimo Marcus Watkins a quien amaremos desde el primer momento.
Marcus Watkins
Si la impecable primera temporada nos dejó felices como lombrices con una trama absolutamente contextualizada a un siglo XXI, en una Nueva York hermosa y filmable (as usual), cuesta un poco retomar esta temporada con un Marcus Watkins que desconocemos y que debe atraernos a la pantalla para saber qué caminos tomará su educación sentimental, como pasaba con la exquisita Darby.
No obstante, William Jackson Harper, en el rol de Marcus, cumple todas las expectativas de una audiencia exigente, como quienes permanecemos horas esperando que el streaming nos dé cada vez mejores productos. Esta vez, en lugar de que la temporada inicie con una primera relación de amor, frustrada, pero esperanzadora al fin, somos testigos del divorcio de un joven editor. Aunque Marcus no se atreve a romper un matrimonio en el que ya no siente más “la chispa”, el destino mismo provoca tal disolución.
Las dos temporadas
En sus dos temporadas, Love Life – que tiene, por cierto, un irresistible título- nos muestra a dos personajes distintos, pero al mismo tiempo, iguales en su incertidumbre en cuanto al amor. Es raro que la TV se ocupe, hoy en día, de las relaciones amorosas, de las ganas que tiene la mayoría de la gente de no estar sola, de compartir la vida y de no sufrir más en vano por la persona errónea. Además, y a pesar de que este tema sí es más tocado en la pantalla chica, tanto Darby como Marcus son conscientes de lo conflictivo que son sus lazos familiares y, por eso, tratan de profundizar en ellos.
Lo tenemos al pobre, hecho un trapo, sintiéndose culpable, un poco enganchado con una mujer que conoce de casualidad, intentando recuperarse de su divorcio. Marcus, a diferencia de Darby (y esta opinión es totalmente personal), la pasa peor. En esta tirada, se muestra la exploración sobre una masculinidad que debe poner la cara y los sentimientos frente a las mujeres, la familia, el trabajo, la paternidad, su propia existencia.
Tres razones para no perdérsela
(We) Love Life es aún más. Y, me animaría a decir que lo que voy a enunciar es lo más relevante de la serie:
1. Se presentan, desde la primera escena de la temporada 1, una galería de fotografías de parejas de varias épocas. Relaciones de personas interraciales, del mismo sexo, de diferentes edades, aparecen de un modo tan natural que casi no lo notamos, integradas a una sociedad sin prejuicios ni discriminación.
Igualmente, Darby comparte su casa con una amiga de raza negra y lesbiana, mientras Marcus tiene una hermana con la misma orientación sexual. El editor también tiene compañeros homosexuales en su trabajo y una asistente no binaria (al parecer) muy distanciada en su imagen a la que vimos en Mad Men, por ejemplo, (2007-2015).
2. En estos tiempos de reivindicaciones, la serie ostenta mujeres con profesiones que aman. Darby es curadora de arte. Se percibe, claramente, cómo le encanta su trabajo, cómo ella como otras protagonistas toman decisiones sobre su cuerpo, ejercen la maternidad como pueden, tienen parejas a su lado que saltan de lo convencional.
3. El errático viaje de ambos protagonistas -ya que las temporadas nos cuentan disímiles instantes de sus vidas, señalados cronológicamente- se torna un sufrimiento que duele, y que lastima hasta físicamente. A lo largo de sus relatos, reparamos en una Darby que deben operar de apendicitis o en otra que se cansa notablemente.
A Marcus lo sentimos corpóreamente desde el principio. Está agotado, se mete drogas y alcohol en un cuerpo ya treintañero, tiene sexo incómodo, y a veces, muy placentero. Marcus y Darby son verdaderos héroes de la antiheroicidad. Eso se siente en sus cuerpos, que sí se visten bien, se exhiben elegantes, en concordancia con una magnífica NY, pero que, de vez cuando, dan la sensación que huelen a inseguridad, desolación, soledad.
Otros aderezos
Estos tres motivos anteriores provocan que Love Life no sea un refrito como tantos otros. Justo, todo lo contrario. Sus personajes se quedan con nuestra complicidad y empatía, como pasa en las mejores novelas literarias. Sus episodios están dirigidos tanto por directores como directoras, cuestión que le da un sabor heterogéneo, sin perder, de ninguna manera, su hábil sazón.
En cada capítulo, dividido según un intento amoroso de parte de Marcus o Darby, se escucha una música precisa, una banda sonora que queremos tener de inmediato en nuestra lista. La música también cuenta. Nos acompaña en esta sensible, certera y recomendable serie para identificarnos con protagonistas que deben lidiar con ser personas solas en el planeta del amor. ¡Yes, we Love Life!
PD: Lo único criticable, es tal vez el recurso de una voz en off fuera de la trama. En la crónica de Darby, escuchamos a la británica Lesley Manville (tremenda actriz) y en la de Marcus, a Keith David, quien, en la serie, es el padre de Marcus. Una hipótesis sobre este recurso literario, de antaño conocido, puede deberse a que su creador tuvo la intención de recrear un cuento que nos narran, y que sabemos que no es verdad. Sólo que, según mi humilde opinión, esta técnica narrativa no funciona para nada. Al revés, molesta.