En 1993 apareció una pequeña cantante islandesa que era enorme, tan, pero tan enorme que cambió parte de la música electrónica, la manera de hacer vídeos y el estilo de miles de artistas.
Hay más para vivir que esto: «Debut» (1993)
Hunter, una de las mejores canciones de los noventas, tiene su historia…Con toda la influencia de la excelsa (y nos falta otro adjetivo aún más magnánimo) de Kate Bush, “Debut”, el primer disco de Björk , surge como una especie entre rara, bella y dance, pop con trip hop, además de un extrañísimo acento de una extranjera en este mundo de la música.
La canción número 1 nos deja sin aliento: Human Behaviour abre este nuevo convenio musical. Nos invita a seguir, a conocer y a amar la mitología de Islandia, fusionada con lo mejor de las pistas de Bristol y un tanto de pop extremo.
The Anchor Song
A la mitad de la lista, hay un “There’s More to Life Than This”, donde se escucha, en sonido ambiente, a Björk salida de una dance floor del Milk Bar Toilet para decirle a una amiga que hay más en la vida que esto, por ejemplo, irse al muelle a ver la caída del sol. Cuestión que así termina el compilado con la impecable y hermosísima “The Anchor Song”, con Björk quitándose el ancla y tirándose del harbour.
Y en Hunter, Björk se convierte en osa…
Cinco años después, “Homogenic” (1997) nos da la bienvenida con Hunter. Tiene tiene la misma fuerza que la primera canción de “Debut”, pero que ya es otra cosa. La tecnología ya es un texto björkeano y sus fans nos adaptamos felices de verla en la tapa del álbum hecha una japonesa encorsetada.
I’m the hunter
En el vídeo «Hunter» (1998), Björk se convierte en una osa, pero en una de mentira. Su parte orgánica se llena de lo metálico, maquinario y hasta fagocitante del animal. Todo sucede mientras asegura muchas veces: “I’m the hunter, I’ll bring back the goods To complete the mission but I don’t know when”. De fondo, se escuchan unos amenazantes violines felices nos llevan de a poco al clímax, igual, que si nos contaran un cuento en la remota y, ahora tan cercana, Jóga.
En el medio nos quedó «Post» (1995), un engarce de ruiditos y conceptos tan nuevos como absolutamente literarios y tecnológicos. Pero esa ya es otra historia, que prometo para más adelante.