Inconsciente cinéfilo

He descubierto que estoy dominada por mi inconsciente cinéfilo. Se trata de una especie de reflejo automático (como todo insconciente) que viene a mi mente, convertido en imágenes de películas, secuencias, escenas, que se han impregnado en mi recuerdo. Todo esto pasa, a partir de un estímulo o sensación corporal…Ya verán.

Inconsciente cinéfilo
Inconsciente cinéfilo

El incosciente estructurado como el cine

Ayer a la tarde, hacía frío aquí en la Ciudad de México. Es agosto y casi siempre el clima es fresco en esta época del año. Pero eso no importa tanto. Lo que importa es que salí a la terraza, muy desabrigada y, tengo la idea de que el cuerpo (lo biológico) puede recordar vivencias por sí solo.

Sin embargo, según mis pensamientos (o creencias) cuando mi cuerpo recuerda, refleja -como si fueran extraños espejismos- imágenes que vienen de nuestro inconsciente, ya sea físico o mental. No digo emocional porque lo emocional se encuentra contenido en lo mental.

Pero ese inconsciente, según mi opinión, ya no trae solamente recuerdos de nuestras propias vidas (u otras vidas, para quienes tengan, tengamos estas creencias). Estas memorias llegan de un inconsciente de época, cultural, contemporáneo a nuestra vida actual. Y eso incluye todo lo que absorbemos durante el itinerario de nuestra existencia. Y, por supuesto, esto incluye un enorme, en mi caso, inconsciente cinéfilo. Dicho de otro modo, mi insconciente estructurado como el cine.

Un confuso inconsciente cinéfilo

Perdieron si pensaron que mi inconsciente cinéfilo me había llevado a “Sing’in in the Rain” (Stanley Donen y Gene Kelly, 1952). La verdad fue que no supe exactamente cuál era la imagen que aparecía en mi mente cuando comencé a sentir la lluvia fría en mi cuerpo.

Para saberlo, me quedé parada mojándome, mientras intentaba dilucidar en qué personaje del cine, del cine que yo había visto, de mi cine, me había convertido. Porque, ojo, no se trataba sólo de que mi inconsciente cinéfilo emanara una secuencia del cine con lluvia en mi cabeza, sino más bien en que yo pasaba a ser ese personaje (no actor o actriz) en una película donde al o la protagonista le pasaba lo mismo que a mí en ese instante.

Así, mi consciente cinéfilo luchó para esclarecer en quién me había transformado. En principio me fui a la fantástica “Los sueños” de Akira Kurosawa y la secuencia de “El túnel”, con ese soldado que camina por ese espacio lleno de miedo y tensión. Pero no, no era él porque mi personaje tenía una camisa blanca y se mojaba como liberándose o siendo feliz en la lluvia, hecho que era para mí -paradójicamente-exactamente lo contrario.

Odio mojarme en la lluvia. Entonces, creo que para zafar de ese momento que detesto, mi inconsciente cinéfilo me salva, como a Isaac Davis lo salva el arte en “Manhattan” (Woody Allen, 1979).

Telarañas de inconcluso celuloide

Seguí pensando con el fin de que mi mente me librara de tantas telarañas de celuloide y reconocer, finalmente, y si era posible, qué personaje era yo, bajo la lluvia torrencial de la Ciudad de México en agosto.

Pero no lo logré. Entré a mi casa y me sequé. No obstante, las imágenes inconclusas seguían en mí. Así que medio secándome, medio preparándome un café, continué mi batalla.

Fue cuando me di cuenta de que esa escena de la persona con la camisa blanca mojándose no estaba en mi lista de películas más vistas, sino, más bien, entre escenas de películas que me habían impactado de una manera visual, no puedo asegurar si, también, emocional.

Si adivinaron, felicitaciones. A mí me tomó un rato. Sí, me convertí en Noah Calhoun de “The Notebook” (Nick Cassavetes, 2004). No crean que me acordé de la trama de la película. Ni siquiera recordé el momento exacto cuando él se moja, menos recuerdo que el protagonista es Ryan Gosling…

Fui Ryan Gosling

Pero eso no importa. A mí no me importa. Lo que importa, en cambio, es que mi cuerpo sintió la lluvia, mi cabeza cinéfila se fue a una secuencia o más bien a una imagen, de un hombre (de eso estaba segura) que se mojaba de manera sexy bajo el agua de la lluvia.

Ahora, me filmé un cachito de película porque dentro de mi inconsciente cinéfilo yo no besé a nadie. Una lástima, pero sólo recorté a Noah liberándose, empapado de amor.  

PD: No me maten, pero, después de escribir todo esto, no estoy tan segura de que “The Notebook” fue mi epifanía… Ahora, que lo pienso mejor, me veo más convertida en Tim Robbins, al final de “The Shawshank Redempion” (Frank Darabont, 1994). Lo que pasa es que esta película tampoco está entre mis preferidas o recordadas, pero, parece, según me dice mi inconsciente cinéfilo, que la escena, sí.

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